Una quebrada en Barrio Nuevo e incluso el paso por un cementerio, situados en la línea fronteriza Bolivia-Argentina, son utilizados por una treintena de ‘cargadores’ para internar soya, maíz, harina, arroz y papa. En la zona no hay militares ni policías, solo gendarmes argentinos que miran. La Aduana Nacional de Bolivia admite el descontrol en medio del clamor de los productores para que frenen el contrabando.
Gente que parece visitar la tumba de un familiar, otros que aparentan conocer la quebrada y observar el lado argentino son el pretexto perfecto para ingresar por la vía ilegal a la nación vecina y después retornar al país con mercancías que son transportadas en carritos y en sus espaldas.
Los avezados comerciantes y trabajadores ‘hormiga’ se han dado modos para burlar los puestos de control de Migración, de la fuerza conjunta del Control Operativo Aduanero (COA), la Policía y de los militares que están solo en el puente internacional de Pocitos.
Así lo constató un equipo periodístico que viajó y visitó la ‘zona roja’.
El paso ilegal
A escasos cinco kilómetros del puente de San José de Pocitos, en el que cada día más de 1.000 bagalleros transportan todo tipo de mercancías bajo la denominada formal legal de la tarjeta vecinal fronteriza y que luego son internados ilegalmente a diferentes ciudades del país, ahora brota el contrabando de soya, maíz, harina y papa por dos zonas de Barrio Nuevo. Es un populoso barrio que comienza a levantarse en medio del fuerte mal olor que emana de la quebrada producto de la cría de cerdos, ovejas y ganado.
Nada de ello importa. Lo que interesa es ganar Bs 35 por cada internación de un carrito de tres quintales ya sea de maíz, soya o harina.
Pese a la presencia durante algunas horas de cuatro gendarmes, los bolivianos ingresan a ese país. Algunas veces se les exige mostrar carnet de identidad. En nuestro caso, el acceso fue libre y sin restricciones.
Llegar al otro lado demora 15 minutos. Eso sí, intentar sacar una foto es tarea complicada.
Como ‘bichos raros’, así miran a la gente extraña. Cargar una cámara, una tableta o que alguien tome una foto con celular los pone nerviosos y de- safiantes. Reunidos en un ‘chiquero’, los trabajadores miran a los gendarmes argentinos hacer su trabajo y no corren riesgo de internar mercancías durante su presencia, pero una vez se van, inmediatamente ‘vuelan’ a hacer su trabajo.
En el otro lado, hay casas repletas de productos.
El grano de oro
La soya, el cotizado grano de oro y principal producto que exporta Bolivia, sumado a la harina, arroz y maíz se ha convertido en la nueva mercancía cotizada afectando a los productores nacionales. En Barrio Nuevo una tonelada vía contrabando cuesta $us 210; en Santa Cruz, en el mercado legal se paga $us 300; en la Bolsa de Rosario la cotización internacional se sitúa en $us 345.
Pero eso no es todo. Algunos comerciantes pasan los productos argentinos a granel y lo envasan en bolsas bolivianas en Yacuiba, como si fueran su origen y luego los internan a Santa Cruz y otras ciudades. Precisamente, la Aduana de Campo Pajoso se incautó de importante cargamento en los últimos días, lo cual corrobora la ‘viveza’ de los comerciantes.
Al respecto, la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), a través de su presidente Reinaldo Díaz Salek, expresó su preocupación por el ingreso masivo de productos agropecuarios, como harina de trigo, maíz, trigo y soya, provenientes de Argentina, en la forma de contrabando, aprovechando las ventajas cambiarias y de importación.
Señaló que como consecuencia del ingreso de maíz argentino de contrabando, los precios en el mercado local han caído vertiginosamente a valores por debajo del costo de producción y han generado un desincentivo para su siembra en esta campaña de invierno.
Indicó que también preocupa el ingreso masivo de harina de trigo, que si bien es internada de forma legal, no cumple con todas las exigencias de importación, como la factura de exportación y el permiso fitosanitario de origen.
Ante esa situación, Anapo solicitó al Senasag que exija el permiso fitosanitario del país de origen. Anunció que planteará al Gobierno la aplicación de una salvaguarda provisional para asegurar la comercialización del grano de trigo que se tiene previsto producir en esta campaña de invierno.
Arroz, harina, maíz y papa
Los 10 kilos de arroz que costaban Bs 38, ahora se los encuentra en Bs 28; el quintal de la harina Guadalupe se sitúa en Bs 115 (antes 130) y la Castañuela llega hasta Bs 90. El quintal de maíz está en Bs 30 y dos bolsas de papa (quintaleras) están en Bs 75. Los precios están ahogando la producción nacional.
Para muestra basta citar que los productores de maíz en Santa Cruz venden el quintal en Bs 43. En la bolsa de Chicago, la tonelada de maíz se cotiza en $us 140,35. El tema preocupa a los maiceros, que a través del presidente de Promasor, Vicente Gutiérrez, se declararon en estado de emergencia.
El Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag) anunció la ejecución una ‘política agresiva’ para fortalecer las fronteras y la lucha contra el contrabando, pero hasta la fecha no se ven resultados alentadores. El Senasag destruyó 60 toneladas de alimentos en 2015
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