lunes, 31 de agosto de 2015
Bermejeños defienden el contrabando por “gomones”
Anochece y el bullicio de la ciudad se apaga. Mientras tanto y a medida que avanzan las horas, la llegada de personas del lado argentino al lado boliviano por el río Bermejo, que divide ambas naciones, se va incrementando.
A diferencia del día,
en la zona conocida como “Las Chalanas”, ubicada al frente del mercado conocido con el mismo nombre, o también como “Comercio Fronterizo”, se ve un intercambio comercial al por mayor, donde los productos más demandados son las prendas de vestir y los calzados, además de electrodomésticos.
Alan “El Turco”, trabaja como cargador, y nos cuenta que esta actividad es su medio de vida, es la actividad a la que se dedican tanto bermejeños como personas del otro lado.
En el lugar, están cargadores, los boteros, vendedoras de comida, comerciantes y en las inmediaciones, taxistas esperando clientes. Todos ellos coinciden, en que el comercio que se genera, mueve la economía de Bermejo, que este año se vio fuertemente afectada con el retraso de la zafra, pero también con la transición de autoridades que impidió a las entidades públicas mover recursos.
Los comerciantes afirman que lo que ganan ahí, lo invierten en la ciudad, generando una cadena económica que reconocen, nace de algo ilegal.
Durante el día, en menor frecuencia, se ve que personas del lado argentino, llegan por las chalanas, o también por los gomones que se encuentran unos 200 metros río abajo. En ambos medios, el costo del traslado oscila entre 10 a 20 bolivianos por persona, y se incrementa cuando se lleva mercadería, según la cuantía. Por otra parte, también se ven personas del lado boliviano que pasan al lado argentino y retornan con productos comestibles y prendas de vestir, siempre en menor cantidad.
Irma G. y su esposo Waldo M. son comerciantes, sus padres también lo fueron y de ellos aprendieron el oficio de importar. Su especialidad son las zapatillas, que traen de ferias al por mayor de La Paz y Oruro. Prefieren salir de noche a ofrecer sus productos en las áreas aledañas al río, a la altura de los gomones, ya que aseguran que a esa hora llegan compradores de distintas regiones del interior de la Argentina.
Antes, cuentan que se tenía afluencia más que todo de personas de Aguas Blancas y Orán, pero ahora vienen incluso de Buenos Aires, y pese a que hubo un bajón cuando cayó el peso argentino, aparentemente todavía existe un mercado sediento de lucrar con productos que se compran en Bolivia.
Dicen que lo que buscan “los gauchos”, en cuanto a vestimenta y calzados, son las indumentarias de marca. “Tiene que ser Nike, Adidas, Puma, en cuanto a deportivo. Ahora en cuanto a ropa más formal, no se vende mucho, aunque a veces traemos a pedido, el comercio es más al tic tac aquí, uno trae lo que sabe que está de moda, ya uno conoce los gustos de allá, entonces eso sale más que todo, a veces si no tenemos, vamos rápido a traer de casa para poder vender”, explica Waldo. Explica que cuando es de día, hacen cambiar los pesos ganados en moneda boliviana en las casa de cambio.
Hay un ambiente tenso en el lugar, más que todo de noche, ya que en Bermejo se tiene una ola delincuencial, por lo que los comerciantes miran a sus espaldas todo el tiempo. Las compras se concretizan, y el efectivo lo tienen ocultado donde pueden. Se generan distintos montos al vender al por mayor, es así que una docena de zapatillas por ejemplo, puede costar hasta 2.000 pesos. “Ellos saben que son imitaciones, igual llevan”, relata Irma, quien ya vendió tres docenas y decide retornar con su esposo en un automóvil donde le espera un familiar.
Mientras tanto, los cargadores, bajan la mercadería hasta las playas pedregosas del río Bermejo, las apilan en grandes bolsas y por ello se ve un constante movimiento de bultos, que suben rápidamente a las barcazas conocidas como gomones, fabricadas con llantas de camión, tablas y con un techo de carpa plática o hule.
El caudal del río está bajo, por lo que algunos de los boteros bajan y empujan la embarcación 100 metros hasta el otro lado. Además de ropa, se ven electrodomésticos, juguetes.
Solange Olmos comenta desconfiada, mientras acomoda sus bultos, que la mercadería que compró la lleva hasta Buenos Aires, donde con su madre tienen un puesto en una feria conocida como “La Salada”.
“Ahí nosotros nos ganamos la vida honradamente, es conocido allá que los bolivianos son buenos para el comercio, lo que hacemos es venir y llevar lo que podamos con nuestro capital, es mejor que ir por Yacuiba ya que es muy peligroso allá. Ponele que por par de zapatillas ganamos unos 100 mangos”, explica mientras se sacude la ropa y se dispone a retornar a su país.
Tras conversar con algunas personas, se percatan de la presencia de un periodista y haciendo amagues de levantar piedras, gritando “hay un botón”, no queda otra que retirarse en medio de la oscuridad hacia la ciudad, que está a unos cuantos metros.
Contrabando se mantendrá mientras sea rentable
Para Edgar Calderón, abogado que estudió en Cercado y volvió a Bermejo para ejercer su profesión, la devaluación de la moneda argentina es la principal causante de que en los últimos meses la frontera se inunde de contrabando.
Asimismo explicó que en su cotidiana labor, conoció casos en los que las personas bolivianas incurrieron en delito por desconocimiento de la norma, ya que se tienen dos modalidades de internación de productos al país: por mínima cuantía y por tráfico fronterizo comúnmente denominado “contrabando hormiga”.
“La Aduana tiene una difícil tarea, porque la ribera como ves es enorme, y no pasa solamente ropa”, agregó.
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