domingo, 17 de julio de 2016

Venta de ropa usada impone ley de cero control en Oruro



Miércoles. Bien temprano, antes de que salga el sol, el mercado Kantuta en Oruro otra vez cobra vida.

Varios motorizados llegan con una carga bien preciada por algunos y maldecida por otros. Se trata de la ropa usada que arriba al país, principalmente por el puerto chileno de Arica y que luego de evadir los controles de la Aduana y del Ejército ingresa hasta la capital orureña.

Los comerciantes que llegan de las diferentes regiones del país se alistan para una competencia frenética para elegir los fardos que tengan la mejor calidad de prendas usadas y los modelos con mayor demanda.

La venta minorista
Una vez que los mayoristas arrasaron con las prendas de mejor calidad, la venta al por menor es la principal actividad en este mercado que tradicionalmente es conocido por su feria de ropa americana (de EEUU) o prendas usadas.

Chamarras, chompas, poleras, chalecos, blusas, camisas y zapatos son algunos de los artículos que se ofrecen a los cientos de clientes que se empujan por elegir la mejor muestra.

Jorge Machicado, hace cinco años que se dedica a esta actividad y a su criterio los grandes importadores siguen ingresando ropa usada a pesar de los controles que realizan los militares y los funcionarios de la Aduana.

“Una vez que la ropa llega a la ciudad, el Control Operativo Aduanero (COA) ya no puede realizar ningún decomiso, por eso podemos vender con tranquilidad”, indicó Machicado.

Para la señora Emiliana, que tiene su puesto de venta en la feria de los jueves de la avenida Cumabi, de la ciudad de Santa Cruz, seguir vendiendo ropa usada es un buen negocio, pocas veces de los 10 fardos que compra uno es de mala calidad, por lo general el 100% de su inversión es la correcta.

“El valor de un fardo tiene que ver con la calidad de las prendas, con el peso y con el modelo de ropa. Hay desde $us 100 y pueden llegar a los $us 300”, explicó Emiliana.

Un fardo de 32 kilos de prendas de vestir por lo general llega a tener más de 100 unidades. Cuando se trata de poleras o blusas la cifra puede aumentar a las 200 unidades.

Si por un fardo de primera calidad se pagó Bs 2.100 ($us 300) y se trata de unos 80 jeans para mujeres que se lo vende cada uno a Bs 70 (Bs 5.600). Hay una ganancia neta por fardo de Bs 3.500. Un número que explica por qué esta actividad no puede ser eliminada a pesar de que hay una ley que prohíbe la comercialización de prendas usadas en territorio boliviano.

Cabe recordar que la prohibición para la venta de ropa usada está vigente desde 2007, pero por presión de los comerciantes el Gobierno tuvo que ceder y definir mediante el decreto 29521 que en abril de 2009 esa normativa entraba plenamente en vigencia.

Sin embargo, a pesar del DS la proliferación de ferias y puntos de venta de prendas usadas en vez de disminuir fue aumentando y generando problemas financieros a la industria textil nacional.

Un control integral
Desde el COA regional Oruro explicaron que los controles en los pasos fronterizos se han intensificado y eso demuestra que la cantidad de camiones que trasportaban ropa usada, se ha incrementado.

Sin embargo, ante la consulta de cómo se explica que la venta de prenda usada, que esta prohibida hace siete años, goza de buena salud y en vez de disminuir los puntos de comercialización han aumentado.
La respuesta del COA regional Oruro fue que el control de la importación y comercialización de la ropa usada corresponde a un trabajo integral, en donde si fallan los filtros de la primera instancia (en los pasos fronterizos), en una segunda instancia es el municipio de Oruro el que debe evitar que se instalen las ferias de la ropa usada y no solo esperar que todo lo haga la Aduana.

Voces en contra
Desde la Confederación Nacional de la Micro y Pequeña Empresa (Conamype) indicaron que en 2015 el sector manufacturero de prendas de vestir dejó de percibir unos $us 160 millones debido a la importación y venta de ropa a medio uso en el mercado interno.

La entidad hizo notar que entre 2006 y 2015 la venta de ropa usada en el país se incrementó de $us 80 millones a $us 160, respectivamente, y que el número de vendedores en ese periodo ascendió de 30.000 a 250.000.

Javier Challapa, presidente de la Federación Departamental de la Micro y Pequeña Empresa de Santa Cruz (Fedemype), lamentó que las instituciones, en este caso la Aduana y los municipios, no trabajen de manera coordinada.

En tanto la faena en la feria Kantuta ya finaliza. El sol ya se empieza a ocultar

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