Bermejo es conocida como una de las poblaciones más calurosas de Bolivia, pero cuando la visitamos la temperatura apenas superaba los 25 grados centígrados. A pesar de ello, el ambiente estaba "caliente” por la intensa actividad que se desarrollaba entre las riberas del río Bermejo, a algo más de dos kilómetros del puente que une Bolivia y Argentina.
Llegamos al puente a las 9:00, luego de un viaje de dos horas y media desde Tarija. Ahí casi no había actividad; en cambio, sobre la orilla del río, detrás de unas casetas apostadas sobre la carretera que atraviesa Bermejo, el movimiento era febril.
Cada minuto llegaban balsas con productos del país vecino. De estas embarcaciones estibadores descargaban harina, arroz, aceite, papel higiénico, jugos, cerveza, carne de pollo, cerdo e incluso fierro de construcción y colchones, entre otros productos.
Estas actividades se amparan en el Convenio Bilateral Fronterizo entre Bolivia y Argentina, por el cual los habitantes de las poblaciones fronterizas, como Bermejo, de Bolivia, y Aguas Blancas, de Argentina, pueden internar mercadería para el consumo propio.
No obstante, éste es uno de los factores que favorece al contrabando, explica el analista económico de la Cámara de Exportadores de Santa Cruz, José Alberti Uzqueda. El régimen de mínima cuantía permite internar mercadería a la población fronteriza hasta un valor de 2.000 dólares sin pagar tributos, indicó. Pero el contrabando sólo evade los impuestos bolivianos. En el lado argentino se controla que toda mercancía que salga tenga factura, que implica un IVA de 21%.
De las chalanas (embarcaciones) que atravesaban el río descendían personas con bolsas de plástico llenas con productos, similares a las que se usan en los mercados paceños o de otras ciudades. Pero también vimos a estibadores que descargaban de las naves quintales de harina, cajas de aceite, paquetes de cerveza y más. Luego, estos productos que procedían de distintas embarcaciones eran apilados en diferentes puntos.
Después, todo era cargado en camionetas y taxis. Habitantes de Bermejo indicaron que con estos vehículos se aprovisiona a distintos puntos de venta de la localidad, pero también a ciudades como Tarija.
A diferencia de lo que sucedía en años pasados, ahora no sólo en las capitales fronterizas se venden productos de contrabando sino también en ciudades como Santa Cruz, La Paz o Potosí. "El contrabando ya no está llegando sólo a las zonas fronterizas como antes se veía. Hoy en día el contrabando se ha introducido en las ciudades”, explicó Alberti.
Una forma sencilla de verificar los productos que provienen de esa vía consiste en buscar su registro del Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag). "Cualquier producto nacional o importado, alimento o bebida, tiene que tener su registro de Senasag; ese registro indica que el producto no causa ningún daño a la salud publica ni al consumo humano”, explicó el experto.
El contrabando se suele abordar desde el punto de vista económico, pero también es un asunto de salud pública. "No sabemos qué tiene, sus componentes, su calidad, no sabemos cómo está hecho o si tiene vencimiento o no”, agrega.
Otro factor que no se considera en torno a esta actividad ilícita es el potencial laboral de las personas. "La gente no tiene otra alternativa, no hay otra oportunidad de trabajo, las personas que hacen esto no son culpables de esta acción, no tienen las oportunidades para estar en la vía legal o dedicarse a otra actividad económica”, explicó el economista.
De la localidad de Bermejo pasamos a Tarija. En el mercado campesino de esa ciudad buscamos el registro de Senasag en los productos importados y comprobamos no sólo que no los tenían, sino también que se comercializan a precios inferiores a las manufacturas nacionales. Por ejemplo, 24 latas de cerveza argentina cuestan 90 bolivianos, menos del 50% del costo del producto nacional: 188 bolivianos. Lo mismo pasaba con productos como arroz, leche o aceite.
En la tranca internacional preguntamos cómo era posible que a pesar de los controles que se hacen, los productos se comercializan en Tarija. El funcionario de Senasag explicó que los internadores tienen modos de evadir los controles, que en ese lugar, por ejemplo, es realizado por un par de personas, que difícilmente pueden detener el ingreso de estos productos.
150 familias viven del flujo de mercadería
Los estibadores están agrupados en la Asociación de Trabajadores Estibadores Río Bermejo, que cuenta con personería jurídica. "Ahorita somos, entre afiliados y particulares, algo de 50”, explicó uno de los trabajadores.
Observamos a estibadores bastante jóvenes y a otros que seguramente bordean los 60 años. Unos usaban abarcas y otros zapatos o tenis. Y muchos de ellos hacían su trabajo acullicando coca. Ellos trabajan de lunes a viernes entre 9:00 y 14:00, durante los meses de marzo a noviembre, pues en la época lluviosa dejan de trabajar.
"Este paso es legal”, indicó el consultado al explicar que en esa parte hay oficinas de Aduana, Senasag, Migración, Naval y Gendarmería de Argentina. Hay otros lugares, aguas abajo, en los que no hay control y se transportan mayores cantidades durante todo el día, explicó.
Los dueños de las pequeñas embarcaciones están agrupados en la Cooperativa de Transporte Fluvial 23 de Marzo, que tiene al menos 50 miembros, organizados en seis grupos, cada uno con al menos seis lanchas.
Asimismo, los dueños de los vehículos que prestan servicio urbano están agrupados en la Asociación de Transporte y Carga Urbano Rural 23 de Marzo. Esta organización tiene 50 miembros pero sólo 40 están activos.
Miembros de las agrupaciones de lancheros y transportistas indicaron que el nombre 23 de Marzo fue sugerido porque se trata de un puerto. "A nosotros también nos interesa (el tema marítimo), pero no creo que Chile sea tan fácil. Todos estamos esperanzados en que algún día se logre eso”, dijeron.
Se permite pasar pequeñas cantidades
El funcionario del Senanag apostado en el puesto fronterizo en el extremo boliviano del puente internacional de Bermejo explicó que se permite pasar pequeñas cantidades de mercadería. "Es para el consumo de la gente, no es para negocio”, indicó. "Hay una ley que permite (internar) en esta zona de frontera; dentro de 50 kilómetros se puede transportar mercadería para consumo, lo mínimo, un bidón de aceite por familia. Si es harto se hace el decomiso”, sostuvo.
Su actividad es complicada, pues a veces hay gente que se resiste. "Estamos con un personal de un técnico en el día y otro en la noche”. Y el policía se ocupa del tránsito, indicó.
Durante una inspección a un taxi, el funcionario decomisó un paquete de arroz que pertenecía al conductor. Éste argumentó que era para su familia.
Para el decomiso se hace un acta y luego se destruye la mercadería con la presencia de testigos. "Lo que más se incauta es arroz, aceite, algo de conservas, galletas”, indicó el servidor público, al mostrar la mercadería incautada en su oficina -duraznos al jugo, pan dulce y arroz- en dos jornadas.
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