miércoles, 22 de marzo de 2017

Contrabando se abre paso por 3 rutas de Cochabamba

“Antes de llegar a la tranca de Suticollo, con nuestro camión cargado de ropa, nos hemos desviado por un sendero que yo no podía imaginar que conducía al Calvario de Quillacollo”. Para recorrer esa y otras rutas, por donde los contrabandistas introducen su mercadería a Cochabamba, una comerciante de prendería masculina de segunda mano que tiene su puesto por el sector de La Pampa advirtió que “hay que irse con alguien que sepa”.

Ese circuito se constituye en uno entre al menos tres “críticos” por donde los traficantes introducen el grueso de su mercancía ilegal al departamento.

Uno de ellos está por inmediaciones de la carretera que conecta a la Llajta con Oruro, “desviando por Capinota”; el segundo en el límite con el norte de Potosí, “ingresando por Anzaldo”; y el último por Morochata, de acuerdo a un informe de la Aduana regional Cochabamba,

La responsable de esa entidad pública, Dirsey Vargas, explicó que por esos caminos pasan los volúmenes mayores de, principalmente, línea blanca, ropa usada y vehículos sin documentación. Mientras que el microcontrabando atraviesa retenes oficiales de forma camuflada.

Por la ruta que conecta Parotani y Suticollo, por ejemplo, los negociantes introducen cantidades menores de juguetes, ropa nueva y de segunda mano distribuidas en vehículos de servicio público como flotas y surubíes.

Reparten la mercancía en diferentes motorizados para que pase desapercibida. “En una flota vienen 10 televisores, en la siguiente 5 y así sucesivamente”.

La comerciante de ropa usada con la que OPINIÓN habló, pero prefirió mantener en reserva su identidad por temor a represalias, vende ropa de hombre de marcas reconocidas, como Gucci, Dolce&Gabbana Armani, entre otras, hace cinco años. A pesar de que algunas prendas están desgastadas o rotas, los clientes “pagan bien” por ellas. “¿Dónde vas a encontrar algo así en Cochabamba? Te estoy ofreciendo calidad”, así convence a los que se aproximan a ver la ropa que periódicamente trae desde Chile.

Contó que entró al “negocio” gracias a su tío, un avezado camionero que le propuso que reúna capital y, a cambio, él le enseñaría por dónde traer ropa “sin que te cobren nada de impuestos”.

Al principio, contó la mujer, tenía miedo, pero con el paso del tiempo, aprendió a arriesgar, sin importar si ganaría o perdería dinero.

En una ocasión, recordó que tuvo que abandonar una millonaria cantidad de prendas en plena carretera, debido a que estaban a punto de ser interceptados por los aduaneros. “La ropa se recupera, pero imagínate que la Policía nos agarre, ¿Quién nos va a devolver nuestra libertad?”

SITUACIÓN

No todos los bienes que ingresan a territorio qhochala se quedan, algunos solo están “de paso”. Esto sucede, según Vargas, debido a la condición geográfica de Cochabamba.

Por esta temporada, para la Aduana, la Llajta es un centro de “acopio estacionario” de mercadería. Esto significa que los traficantes llegan con sus bienes, los esconden temporalmente dentro de alguna propiedad y luego los llevan a su destino final. Según Vargas, este tipo de acopio se da en diferentes departamentos del país, en algunos, incluso comunidades enteras protegen los objetos considerados ilegales.

REGULACIÓN

El control en rutas de contrabando cochabambinas consideradas “críticas” por la Aduana es mayor, no obstante, para Vargas no deja de ser una “lucha titánica”.

Y es que, los caminos clandestinos que los contrabandistas siguen para evadir los puntos de control que hay en el departamento, son “como las telarañas”. “Puedes identificar hoy una vía, pero mañana habrá dos más y si controlas ambas, (los traficantes) igual se las ingeniarán para hacer pasar su mercancía”.

Lo cierto es que, los responsables del control del contrabando “son funcionarios civiles especializados en materia aduanera” y pueden identificar con facilidad si un documento ha sido falsificado o un precinto alterado.

Prueba de ello son los resultados de algunos operativos realizados en la Llajta. En febrero de este 2017, la Unidad del Control Aduanero (UCA) de Cochabamba interceptó camiones con mercadería de contrabando en Anzaldo, compuesta por 245 lavadoras, 30 refrigeradores, 40 repuestos, 23 empaques de juguetes, 359 cajas de focos, 62 radioparlantes y otros artículos.

El valor de la mercancía decomisada sobrepasaba los 11.1 millones de bolivianos y toda fue trasladada en vehículos pequeños a la Aduana.

A 7 de cada 10 textileras de la Llajta le afecta el contrabando

Juan Carlos Barra

Codemype

A más del 70 por ciento de los textileros asociados a la Federación de Micro y Pequeños Empresarios (Fedemype) de Cochabamba le afecta el contrabando de prendería usada.

De acuerdo con información proporcionada por el presidente del Consejo de Micro y Pequeños Empresarios (Codemype), Juan Carlos Barra, entre todos los rubros afiliados a esta organización del departamento, el que presenta más quejas en contra del contrabando es el textilero.

Se trata de más de 600 empresas, en su mayoría instaladas en la zona sur del departamento, que confeccionan prendas de vestir que no pueden competir, principalmente con los precios de la ropa de segunda mano.

A eso se suma que los textileros cochabambinos tienen un nivel de educación financiera bajo e incluso nulo. Según Barra, son cochabambinos que, en el pasado, migraron a países con vocación textilera, como Argentina y aprendieron a confeccionar. No obstante, conocen pocas estrategias de mercado que les permitan posesionar sus marcas.

EN OTRO SECTOR

En la zona norte, en cambio, contó Barra, los textileros "tienen algo más de formación", pero aún así no pueden competir con los contrabandistas que, por acomodar su mercancía ilegal, la comercializan hasta en dos bolivianos.

Barra tiene la esperanza de que este mes el Gobierno emita la Ley de la Micro y Pequeña Empresa que, entre otras cosas, establecerá que se ejerza más control de la prendería.

PÉRDIDAS

De acuerdo a un informe de la Aduana Nacional de Bolivia (ANB), solo durante el primer semestre de 2016, el contrabando ocasionó pérdidas por encima de los 123 millones de bolivianos a los textileros de todo el país.


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