lunes, 31 de diciembre de 2018

Compran las facturas en Perú para avalar el contrabando


Doña María corre tras los productos que compró en el lado peruano. Su mercadería está encima de tres triciclos que cruzan el puente que divide a Bolivia con Perú. Ella agarra un cobertor de plástico, donde están sus papeles, entre ellos facturas ilícitas y otras legales que las adquirió en Perú para introducir su carga hasta la ciudad de El Alto.

La misma táctica emplean varios contrabandistas que prácticamente legalizan lo ilegal. La Aduana verifica la documentación en puestos de control, pero existen también vías ilegales para llegar hasta la sede de Gobierno. Desaguadero respira contrabando. Hay días donde el movimiento es mínimo, pero los días de feria (martes y viernes) existe la fiebre comercial.

En el lado peruano están los productos a precio de oferta, por lo general comestibles, pañales, papel higiénico, lácteos, colchones, ropa, plásticos y otros. La gente camina por las calles con prisa. Compran la mercadería y la vendedora o vendedor del vecino país ofrece facturas bolivianas, sobre todo en tiendas.

Las facturas, en su mayoría, son falsas, pero existen legales que son de otros sectores. “Te cobran una comisión por el monto que necesitas y así traspasas la carga”, relata un comprador. Los productos luego son cargados en triciclos y parten al lado boliviano, donde son montados a buses, camiones o minibuses.

La primera barrera que deben pasar es el puesto de control en Guaqui, un municipio paceño. Ahí existe control aduanero, militar y del Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag). El comandante del regimiento Lanza, teniente coronel Ángel López, explica que las fuerzas militares solamente hacen un trabajo de seguridad y de control.

El oficial añade que por ese lugar pasa el denominado “contrabando hormiga”, por ser una vía directa a El Alto y La Paz. Sin embargo, el jefe militar detalla que antes de llegar a Guaqui existe un desvío a las poblaciones de Corpa y Santiago de Machaca y es por ahí donde el contrabando con mayor carga pasa desde la frontera hasta la localidad de Viacha.

“Tenemos un puesto militar en Santiago de Machaca, pero los contrabandistas se dan modos y crean vías ilegales. Ahora se está estudiando crear más puestos y también implementar personal móvil”, dice López.

Los efectivos militares controlan cada vehículo que llega de Desaguadero a Guaqui. Los soldados decomisan productos que están con paso ilegal y estos van a depósitos de la Aduana Nacional, que están dentro del regimiento Lanza. Los funcionarios aduaneros son los que revisan las facturas y algunos detectan la ilegalidad, pero la mayoría de la carga pasa sin problemas. “Todas las facturas son manuales (redactadas a mano), no hay las impresas, entonces es difícil verificar”, relata un aduanero.

Control aduanero

La presidenta de la Aduana Nacional, Marlene Ardaya, explica que el control aduanero en Desaguadero logró disminuir el ingreso de mercadería ilegal hacía Bolivia y recalca que ahora es el Viceministerio de Lucha Contra el Contrabando la entidad encargada de ejecutar operativos en las vías ilegales. “La Aduana tiene ahora funciones más específicas. Estamos en los puestos de control verificando sobre todo la documentación, en todo caso, la póliza de importación y otros documentos.

Nosotros no podemos ir al lado peruano a verificar la venta de facturas a bolivianos”, remarca Ardaya. Jorge tiene 46 años y transporta mercadería desde hace 20. Ahora tiene la estrategia de portar una factura de la compra. “Te venden con el 16% más del monto que compraste. Prácticamente estaríamos pagando la mercadería legalmente”, cree Jorge. El poblador, que radica en El Alto, prioriza la compra de colchones y sus facturas son del sector de ferretería.

No teme que en Guaqui le decomisen sus productos que adquirió en Desaguadero. “Mostramos la factura y nos dejan pasar, nunca tuve problemas”, reconoce. Las facturas se obtienen de forma ilegal y son vendidas a personas conocidas, es decir, a comerciantes que operan en la frontera. Las vendedoras prefieren no entregar la boleta a desconocidos. Estas facturas no tienen la documentación de la importación y sirve como una especie de salvoconducto para el negocio del contrabando.

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